Cómo cuidar las articulaciones

Para cuidar las articulaciones, el Colegio Profesional de Fisioterapeutas recomienda a través del videoconsejo de febrero:
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  • Seguir una dieta variada, haciendo especial hincapié en los lácteos (fundamentalmente para fortalecer los huesos), las proteínas (para los músculos) y las vitaminas A, C y D.
  • Hacer ejercicio regularmente, aunque la intensidad de la actividad física deberá depender siempre de la edad de quien lo realice y de su estado físico.
  • Tener un buen tono muscular reparte más la tracción y compresión que sufren nuestras articulaciones y previene la rigidez y del dolor articular.
  • Evitar el sobrepeso, ya que éste aumenta la presión del cuerpo sobre las articulaciones y acelera su desgaste.
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  • Evitar el tabaco y el exceso de alcohol, que afectan a la microcirculación articular, favorecen el desgaste óseo y articular, y en el caso del alcohol, deshidrata nuestros músculos, entre otros efectos.
  • Reducir el riesgo de caídas no haciendo esfuerzos por encima de las propias posibilidades.
  • Descansar adecuadamente y mantener siempre una buena postura, ya sea en el trabajo, durante la lectura, o incluso durante el descanso.
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  • No hacerse crujir los dedos u otras articulaciones ya que, con vistas al futuro, esta acción provoca que tanto la propia articulación como otras estructuras que las rodean (ligamentos o tendones) se desgasten innecesariamente.
chasquido

En este sentido, el secretario general del CPFCM, José Santos, explica que las articulaciones están rodeadas por una cápsula sinovial con líquido y una cierta cantidad de gases, como oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbón, cuya principal función es la de lubricar las articulaciones para que los huesos no se desgasten.

Para provocar el chasquido, se coloca la articulación en una posición determinada que hace que el espacio entre los huesos aumente y también el volumen de la cápsula sinovial. Se crea así una zona de baja presión que provoca que los gases salgan del líquido sinovial en forma de burbujas que estallan y son las que producen ese sonido de crujido tan característico, informa.

Así, asegura que “si este chasquido lo provocamos nosotros mismos, movilizamos la articulación más de lo que deberíamos generando desequilibrio. Al fomentar ese desequilibrio, cada vez nos parecerá que necesitamos crujirnos más y, aunque a corto plazo podamos notar una cierta liberación, a la larga este comportamiento generará una serie de problemas en la articulación”.

No obstante, Santos aclara que si este chasquido lo provoca un profesional cualificado durante un tratamiento, es que con él está aumentando el movimiento de una zona rígida para equilibrar las zonas con mayor y menor movimiento, por lo que sí resulta beneficioso.

Además, explica que en los casos en los que la propia constitución corporal favorezca la aparición de los crujidos articulares, es recomendable que se visite un profesional sanitario para valorar el caso por si se tratara de una cuestión de desequilibrio articular o muscular.

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